Tal vez alguna sirena descorche y brinde con las historias
de esta botella que lanzamos al mar,
hoy pude sentir con antorchas en mano
pasaremos los pasillos más oscuros.
Será peligroso jugar a buscar ese lugar
que nadie arriesgó encontrar.
Patearon la mesa donde afloraba
tu más inmensa pirámide de naipes
y al caer, Sus ruinas sepultaron,
tu ahora intangible ilusión,
quiero ver como rompes cada eslabón
de esa invisible cadena
que mantiene el alma prisionera de ver
que no importa hasta dónde nos dejaron llegar
sino a dónde te diriges.
Es que el mundo no va a disminuir su marcha
aunque la lanza atravesada
tiña la aguas de esta vida.
La sirena no pudo evitar el brotar de sus lágrimas
al sentir deshacer en sus palmas,
las viejas hojas del interior de aquella botella,
hija de los grandes mares.
Sólo nos queda seguir lanzando mensajes al mar.
